miércoles, 11 de febrero de 2009

ÁNGELES... ¿ENTRE NOSOTROS?

Recuerdo:
Revisé una caja llena de fotografías ayer. Algunas fotos me hicieron recordar momentos agradables. Miré una de mi padre y de mi media hermana juntos. Mi padre se casó cuatro veces. Soy el primer hijo de su cuarto matrimonio. Tengo dos medias hermanas con quienes he ido recuperando-conociendo-re estableciendo relaciones familiares. Mi segunda media hermana, hija del segundo matrimonio, tiene la edad de mi madre. Después de haberla conocido en la Ciudad de México en el tiempo de la caída de las Torres Gemelas, ha dado en venir a este puerto cada navidad. Una vez en la cual papá estaba enfermo y hospitalizado en una ciudad cercana, mi sobrino, hijo de mi hermana (completa) había dejado el interior de su auto cubierto de las plumas de las alas del ángel que había caracterizado en una pastorela, después que le recogieran por la mañana. Las plumas, blancas y como de polluelo, se extendían por los asientos forrados de terciopelo, estaban pegadas en las portezuelas e incluso sobre el volante. Esa vez, después de visitar a papá fuímos a comer a un restaurante. Pude ver que el valet parking se detuvo a mirar las plumas en cuanto iba a abordar para estacionarlo. Mi hermana (media) se dirigió a él con esa voz que le caracteriza, cariñosa y engañosa:
-No se preocupe joven -le soltó-, son solo plumas. Es que se le cayeron al niño las plumas de sus alas...
El chico no dijo nada. Se limitó a estacionar el auto. Poco después al salir al estacionamiento vimos una pequeña multitud alrededor del coche, mirando hacia el interior y comentando en voz baja, señalando. La gente se separó cuando el muchacho nos vio y abordó para acercarlo a nosotros. Abordamos, ella le dio propina y el chico, haciendo una reverencia saludó y nos deseo buen viaje. Pude ver que, atrás, la pequeña multitud se santiguaba. Saber que habíamos tocado a alguien de esa forma nos hizo saber que la enfermedad de papá, sería, así, más llevadera...

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