lunes, 22 de febrero de 2010

LLAMADA PERDIDA

3:00 a.m.
Suena el tonito apendejante de mi móvil, ese que no sé por qué diantres le puse, ese de "Una llamada perdida" de esa enajenante peli japonesa tan parecida a todas las pelis japonesas de "terror".
Medio ciego por sueño no veo de quién es el número.
-¿Sí?
-Hola, amor...
-...
-¿Te desperté?
-...
-¿Por qué no contestas?
-... (en mi cabeza la voz gira y regira como agua sucia en el w.c.)
-¡Contéstame, por favor!
-... (en mi cabeza una lucecita roja se enciende y miles de autos conducen sin rumbo fijo)
-¡Hey, idiota, no te hagas, sé que estás ahí! ¡Tu hija tiene hambre y sé que andas por ahí, en el D.F. y...!
-... (en mi cabeza el tema de "Una llamada perdida" se vuelve todas y cada una -juntas-, las pelis de horror japonés)... (¡En la madre, es Eli!)
Cuelgo. Me echo a dormir... o trato de hacerlo. Y no dejo de temblar en toda la noche.

lunes, 15 de febrero de 2010

EL MAR INTERIOR

El mar es un elemento femenino. Mayor que toda metáfora femenina. El mar, como apuntara Isak Dinesen, es antagonista de la mujer. Ella dijo que un día ocurrirá el Dominio Femenino sobre la Tierra. Entonces el planeta se volverá insoportable para los Hombres. Entonces estos se retirarán al mar. Las mujeres no seguirán al Hombre. El mar: elemento uterino, extendido sobre el seno de la Diosa Gaia antecede y sobrepasa a la Mujer. Para mí siempre ha sido un rumor en el oído interno, algo así como el soplar del viento en las casuarinas, algo como una reverberación, una flama agitada que escucho cada vez que los problemas están por llegar. Es como profetizar desgracias. Después, cuando los tormentos pasan (todo pasa, en verdad, aunque parezca que el sufrimiento no cesará nunca), el rumor del mar se aleja. A veces pienso que un día despertaré con espuma salina fluyendo de mis oídos... que el mar anegará mi cama, que escurrirá desde el tuétano, desde la médula. Entonces sabré cuál es la voz de las sirenas...

viernes, 25 de septiembre de 2009

ENTRE ZOMBIES TE VEAS

Estoy en la Ciudad de México... aquella que, dicen, es la más grande del mundo. Después de recibir aquel premio comencé a recibir llamadas de desconocidas a media noche (¡bendita idea de esos que publicaron mi cuento premiado con mis datos!). Entre esas llamaradas... perdón, esas llamadoras, estaba ella. Al principio decidí seguir el juego y decir "sí" a todo lo que preguntaba.
-¿Es cierto lo que dice tu currículum?
-¡Todo!
-¿Entonces eres escritor de literatura erótica?
-Así es...
-¿Sabes que soy periodista, verdad?
-Lo imaginaba... dos terceras partes de las mujeres que me llaman a media noche son periodistas, el resto ninfómanas y lolitas... alguna se ha auto definido como "vírgen loca" según lo pone el Carmina Burana (creo que de ahí lo tomó)... un porcentaje se hacen pasar por todas esas y no sé cuál es el motivo de llamarme...
-Es que... espero no te enojes... tus editores saben venderte... llamé a sus oficinas y me dijeron que la mayor parte de tus textos son experiencias propias.
-...
-¿Es cierto eso?
-...
-Perdón por las preguntas pero tú sabes que una periodista...
-Yo creo que no eres periodista...
-...
-¡Já! ¡Te caí en la movida!
-...
-¿Piensas que nos la pasaremos el resto de la madrugada jugando a los puntos suspensivos?
-No, no, disculpa, es que...
En fin. Que con ese dinero del premio -después de intercambiar direcciones y otras señas particualres-, me he venido a esta ciudad a buscarle. Llevo tres semanas aquí. Le dije a mi editor: "mira, tú tienes la culpa por darle mi número, ahora me he enganchado... ¿puedes darme trabajo en tu editorial?" Y con esa desfachatez que le solté se rió... y me dijo que sí.
Vivo en su departamento (en su "depa" como le dice). Cada mañana salimos al metro. Vamos besándonos y acariciandonos. Los demás ni voltean a vernos. Me parece que somos los únicos vivos en un mundo de muertos.
Pero hay más. Mucho más... pero eso lo dejo para mañana...

martes, 24 de febrero de 2009

UNA LUCECITA... AL FINAL DEL TÚNEL

-¿Sí? Diga...
La voz al otro lado del teléfono era de mujer. Una voz muy sensual.
-¿Es usted...?
-¿Quién quiere saberlo? ¡En este país es más peligroso hablar por teléfono que salir a la calle...! Aunque, pensándolo bien... la calle está peor.
La voz de mujer me interrumpió:
-Le hablamos para comunicarle que el cuento titulado... ha ganado el Premio... ¿es usted el autor?
-¡Oh, sí! Ya ni recordaba cuándo envié ese cuento..
-Se le ofrece una comida a los ganadores, usted ha ganado el Primer Lugar. Comida, bebida gratis... ¡Aparte del dinero, por supuesto!
Me pidió algunos datos. Me felicitó una y otra vez.
Adriana (¡otra Adriana!) que tal es el nombre de la chica que conocí en la fabrica, se movió a mi lado, en la cama. Se me colgó al cuello. Me besó. Me felicitó. Una noche con las horas repletas de sexo me habían dejado agotado pero... era otro día, había ganado una buena cantidad de dinero del premio y quería follarmela sin parar otra vez. Premios y premios: a ella le tenía a la mano. Con el del premio literario iría tirando un mes o más. Cerveza o, mejor, vino tinto, una buena cantidad de cajas de condones y...
Me le eché encima y volvimos a follar hasta quedarnos dormidos. Una luz al final del túnel. Apenas una lucecita del tamaño de una luciérnaga. Pero me otorgaba las suficientes ganas para seguir viviendo... por lo menos hasta que el dinero se agotara o Adriana me dejara.

miércoles, 18 de febrero de 2009

LA FÁBRICA

Caminando di con la fábrica. La cerraron este lunes después de despedir al 80% de la planta laboral. Tuve curiosidad de ver cómo era por dentro este sitio en el cual se explotaba vilmente a los trabajadores, la mayoría, gente pobre de las atrasadas comunidades cercanas a la ciudad (en este país pasa una cosa curiosa, muestra de cómo se arrastra un pasado rural: de un lado de la carretera estás en un México, todo globalizado, con Wal Marts y sus mac jobs y del otro una comunidad dónde puede verse mujeres vestidas con trajes indígenas y hombres con sombrero y que mantiene un tono de voz diferente con sus giros de lenguaje propios). Entré por una de las ventanas amplias a la cual ya le habían quebrado el vidrio. Dentro, sobre el suelo, estaban las piedras y los pedazos. Olía a excremento y sudor. Deambulé por ahí. Las máquinas, inmóviles, hablaban de decadencia, soledad, un cierto regusto a apocalipsis cercano... Entonces los encontré. Era un pequeño ejército de chavales que se pasaban una botella de mano en mano, se reían como idiotas y fumaban marihuana. Me miraron antes que pudiera hacer algo. Al contrario de lo que pensaba me invitaron a pasar.
-¡Ven, ven! Eres el último... quizá lleguen más...
Me dijeron que, así como yo, empezaron a reunirse todos ellos, desconocidos entre sí en el lugar aquel. Algunos habían ido por curiosidad, con la novia al lado por si se presentaba la ocasión... Otros para fumar a gusto ustedes saben qué. Alguno por simple curiosidad y para romper ventanas (el primero que había llegado). Todos eran chicos de la ciudad. Todos estaban desempleados.
-Yo creo que la gente que usa el internet se quiere mucho... -dijo una chavala-. Miren: siempre que alguien te pasa su correo lees cosas como: vanesitapink@hotmail.com, ednitacosita@yahoo.com, blanquitaosita@planet.es y esas mamadas...
Los demás rieron.
-Nunca encontrarás a alguien que se ponga pendejoenelamor@yahoo.com ó estúpidaperra@hotmail.com.ar ¿verdad?
-Yo tengo -dijo otro, de pie a mi lado, con un pie apoyado sobre la pared-, que es el ego de los mediocres... ¿a ver, cuál es tu correo? -le soltó a la chica que había comenzado la crítica.
Ella contestó:
Risas otra vez.
-¿Y tú, qué haces? -me soltó una pelirroja sentada sobre el suelo y que fumaba como si mañana se acabara el mundo.
-Yo hacía estudios de impacto ambiental... -dije-, pero soy, ante todo, escritor... osea, como dijo Dennis Etchison, alguien apenas dos escalones encima de los poetas, los cuales, se dice, están un escalón encima de los idiotas...
Siguieron riéndose. Me pasaron una botella de cerveza y una carrujo que rehúse, no por no desearlo, sino para evitarme confianzas en la primera cita. Uno de los chicos derivó la conversación hacia la filosofía y la religión de Star Wars... opiné que detestaba la saga... que, como en el caso de los cómics y pelis de cómics, me parecía una seudoreligión para niños inmaduros y débiles mentales... que sólo soporto El Imperio Contrataca y eso porque el guión es de Leigh Brackett, una buena escritora de Ciencia Ficción...
-¡No mames, seguro eres un ringer!
No supe qué decir... si decía que sí tal vez se me echarían encima, si decía que no opinarían que "tenía que ser un fan de Star wars", ¡qué diablos! Les solté:
-Soy un Trekkie...
-Ahhh -exclamaron todos- ¡maestro, maestro! ¡Qué viva Gene Roddenberry!
Me siguieron pasando botellas de cerveza hasta que las rechacé. Me despedí cuando la conversación derivaba hacia la cuestión filosóficamente trascendente de los primeros minutos de Night of the living dead y por qué parece que la cinta se convertirá en una comedia pero no pasa así. Dije que, ese pequeño tropezón de George A. Romero se lo copiaron todos los parodistas y satiristas del cine de zombies, entonces, dándome cuenta que se están haciendo muchas pelis de zombies últimamente pensé que era reflejo de la situación mundial, así como el cine de invasiones extraterrestres serie "B" en Estados Unidos era un símbolo del temor a la amenaza comunista... y, cuando me percaté que no éramos más que zombies también, quise salir corriendo de ahí.
Me despedí de mis nuevos amigos. Salía ya por la ventana cuando la voz de una chica atrás de mí me advirtió que podía cortarme con los fragmentos de vidrio. La seguí hasta la puerta forzada y salimos al campo. Me pregunté qué demonios hacía caminando a mi lado. Estaba tan ebria como yo, así que pronto se me olvidó y terminamos bajo un árbol. Me besaba y lamía.
-Sabes salado -dijo.
-Tú sabes a saliva -le contesté.
-Es que ese wey me estuvo besuqueando...
-Oye, no vaya a venir y me agarre a golpes... ¡quita! -la aparté de mala manera. Se cayó por la colina y rodó hasta abajo. Me arrepentí. Bajé a ver si no se había lastimado.
Se me echó al cuello.
-Llévame contigo -lloriqueó.
Así que, mientras escribo esto, la estoy mirando dormir en mi cama la borrachera. Mañana, tal vez, la lleve a su casa, sino, le pediré que se quede unos días conmigo... es buena revolcándose en la cama la nena. Aunque, ahora recuerdo... no le he preguntado su nombre aún... y no me creo nada que lleve uno de esos nombres cursis en su cuenta de correo electrónico, aunque... nunca se sabe...

sábado, 14 de febrero de 2009

¿Y ELLA... APESTA?

Como todos los 14 de febrero en esta ciudad y puerto (que de ciudad tiene poco y de puerto nada), volvieron a colgar, algunos chicos enamorados, lonas pintadas con "Te amo Valeria" del Puente Tuxpan. No sé, o este es un nombre común en esta ciudad... o Valeria es el trasero más rápido de este lado del río... Este año esta celebración capitalista, pensé, sería menos lucida... supongo que la situación mundial llevó a la gente a olvidar sus pesares y abarrotar el bulevar, el restaurante flotante, las pizerías y discotecas que dan al río, porque todo estaba lleno. Mi hermana vino a verme por la mañana. Trajo regalos. Le pedí que, para la otra, mejor me regalara comida (el refrigerador se está vaciando, en serio). Le acompañaba una amiga soltera. La chica esta pidió permiso para pasar al baño.
-¿Es soltera? -susurré al oído de mi hermana.
-¡No, hermanito, ella no... apesta!
Me quedé de una pieza. Siempre que le pido a una mujer de mi familia que me presente a una amiga me suelta: ¡Ella no, apesta! Una vez que chateaba con Montse, mi sobrina (que tiene sólo dos años menos que yo), le dije, medio en serio, medio en broma: "¡Preséntame a tu amiga austriaca!" contestándome: "¡No, ella no, apesta!"... una ocasión en que visité a mi media hermana en la Ciudad de México y le pregunté si era buena idea invitar a la hija de su amiga Pilar me dijo: "¡Ella no, chiquito, apesta... además es lesbiana!" He dado en pensar que las mujeres tienen una sensibilidad extraordinaria al olor corporal de sus amigas... o es eso o son celos. No lo sé. ¿Quisieran, de verdad, "protegerme" de brujas apestosas disfrazadas de chicas hermosas que, además, en teoría, son sus "mejores amigas"? Vaya enigma... La verdad, estos días preferiría estar en la cama con la más apestosa de las chicas, para paliar la soledad, claro, que con la mismísima Paloma Picasso...

miércoles, 11 de febrero de 2009

ÁNGELES... ¿ENTRE NOSOTROS?

Recuerdo:
Revisé una caja llena de fotografías ayer. Algunas fotos me hicieron recordar momentos agradables. Miré una de mi padre y de mi media hermana juntos. Mi padre se casó cuatro veces. Soy el primer hijo de su cuarto matrimonio. Tengo dos medias hermanas con quienes he ido recuperando-conociendo-re estableciendo relaciones familiares. Mi segunda media hermana, hija del segundo matrimonio, tiene la edad de mi madre. Después de haberla conocido en la Ciudad de México en el tiempo de la caída de las Torres Gemelas, ha dado en venir a este puerto cada navidad. Una vez en la cual papá estaba enfermo y hospitalizado en una ciudad cercana, mi sobrino, hijo de mi hermana (completa) había dejado el interior de su auto cubierto de las plumas de las alas del ángel que había caracterizado en una pastorela, después que le recogieran por la mañana. Las plumas, blancas y como de polluelo, se extendían por los asientos forrados de terciopelo, estaban pegadas en las portezuelas e incluso sobre el volante. Esa vez, después de visitar a papá fuímos a comer a un restaurante. Pude ver que el valet parking se detuvo a mirar las plumas en cuanto iba a abordar para estacionarlo. Mi hermana (media) se dirigió a él con esa voz que le caracteriza, cariñosa y engañosa:
-No se preocupe joven -le soltó-, son solo plumas. Es que se le cayeron al niño las plumas de sus alas...
El chico no dijo nada. Se limitó a estacionar el auto. Poco después al salir al estacionamiento vimos una pequeña multitud alrededor del coche, mirando hacia el interior y comentando en voz baja, señalando. La gente se separó cuando el muchacho nos vio y abordó para acercarlo a nosotros. Abordamos, ella le dio propina y el chico, haciendo una reverencia saludó y nos deseo buen viaje. Pude ver que, atrás, la pequeña multitud se santiguaba. Saber que habíamos tocado a alguien de esa forma nos hizo saber que la enfermedad de papá, sería, así, más llevadera...