martes, 24 de febrero de 2009

UNA LUCECITA... AL FINAL DEL TÚNEL

-¿Sí? Diga...
La voz al otro lado del teléfono era de mujer. Una voz muy sensual.
-¿Es usted...?
-¿Quién quiere saberlo? ¡En este país es más peligroso hablar por teléfono que salir a la calle...! Aunque, pensándolo bien... la calle está peor.
La voz de mujer me interrumpió:
-Le hablamos para comunicarle que el cuento titulado... ha ganado el Premio... ¿es usted el autor?
-¡Oh, sí! Ya ni recordaba cuándo envié ese cuento..
-Se le ofrece una comida a los ganadores, usted ha ganado el Primer Lugar. Comida, bebida gratis... ¡Aparte del dinero, por supuesto!
Me pidió algunos datos. Me felicitó una y otra vez.
Adriana (¡otra Adriana!) que tal es el nombre de la chica que conocí en la fabrica, se movió a mi lado, en la cama. Se me colgó al cuello. Me besó. Me felicitó. Una noche con las horas repletas de sexo me habían dejado agotado pero... era otro día, había ganado una buena cantidad de dinero del premio y quería follarmela sin parar otra vez. Premios y premios: a ella le tenía a la mano. Con el del premio literario iría tirando un mes o más. Cerveza o, mejor, vino tinto, una buena cantidad de cajas de condones y...
Me le eché encima y volvimos a follar hasta quedarnos dormidos. Una luz al final del túnel. Apenas una lucecita del tamaño de una luciérnaga. Pero me otorgaba las suficientes ganas para seguir viviendo... por lo menos hasta que el dinero se agotara o Adriana me dejara.

miércoles, 18 de febrero de 2009

LA FÁBRICA

Caminando di con la fábrica. La cerraron este lunes después de despedir al 80% de la planta laboral. Tuve curiosidad de ver cómo era por dentro este sitio en el cual se explotaba vilmente a los trabajadores, la mayoría, gente pobre de las atrasadas comunidades cercanas a la ciudad (en este país pasa una cosa curiosa, muestra de cómo se arrastra un pasado rural: de un lado de la carretera estás en un México, todo globalizado, con Wal Marts y sus mac jobs y del otro una comunidad dónde puede verse mujeres vestidas con trajes indígenas y hombres con sombrero y que mantiene un tono de voz diferente con sus giros de lenguaje propios). Entré por una de las ventanas amplias a la cual ya le habían quebrado el vidrio. Dentro, sobre el suelo, estaban las piedras y los pedazos. Olía a excremento y sudor. Deambulé por ahí. Las máquinas, inmóviles, hablaban de decadencia, soledad, un cierto regusto a apocalipsis cercano... Entonces los encontré. Era un pequeño ejército de chavales que se pasaban una botella de mano en mano, se reían como idiotas y fumaban marihuana. Me miraron antes que pudiera hacer algo. Al contrario de lo que pensaba me invitaron a pasar.
-¡Ven, ven! Eres el último... quizá lleguen más...
Me dijeron que, así como yo, empezaron a reunirse todos ellos, desconocidos entre sí en el lugar aquel. Algunos habían ido por curiosidad, con la novia al lado por si se presentaba la ocasión... Otros para fumar a gusto ustedes saben qué. Alguno por simple curiosidad y para romper ventanas (el primero que había llegado). Todos eran chicos de la ciudad. Todos estaban desempleados.
-Yo creo que la gente que usa el internet se quiere mucho... -dijo una chavala-. Miren: siempre que alguien te pasa su correo lees cosas como: vanesitapink@hotmail.com, ednitacosita@yahoo.com, blanquitaosita@planet.es y esas mamadas...
Los demás rieron.
-Nunca encontrarás a alguien que se ponga pendejoenelamor@yahoo.com ó estúpidaperra@hotmail.com.ar ¿verdad?
-Yo tengo -dijo otro, de pie a mi lado, con un pie apoyado sobre la pared-, que es el ego de los mediocres... ¿a ver, cuál es tu correo? -le soltó a la chica que había comenzado la crítica.
Ella contestó:
Risas otra vez.
-¿Y tú, qué haces? -me soltó una pelirroja sentada sobre el suelo y que fumaba como si mañana se acabara el mundo.
-Yo hacía estudios de impacto ambiental... -dije-, pero soy, ante todo, escritor... osea, como dijo Dennis Etchison, alguien apenas dos escalones encima de los poetas, los cuales, se dice, están un escalón encima de los idiotas...
Siguieron riéndose. Me pasaron una botella de cerveza y una carrujo que rehúse, no por no desearlo, sino para evitarme confianzas en la primera cita. Uno de los chicos derivó la conversación hacia la filosofía y la religión de Star Wars... opiné que detestaba la saga... que, como en el caso de los cómics y pelis de cómics, me parecía una seudoreligión para niños inmaduros y débiles mentales... que sólo soporto El Imperio Contrataca y eso porque el guión es de Leigh Brackett, una buena escritora de Ciencia Ficción...
-¡No mames, seguro eres un ringer!
No supe qué decir... si decía que sí tal vez se me echarían encima, si decía que no opinarían que "tenía que ser un fan de Star wars", ¡qué diablos! Les solté:
-Soy un Trekkie...
-Ahhh -exclamaron todos- ¡maestro, maestro! ¡Qué viva Gene Roddenberry!
Me siguieron pasando botellas de cerveza hasta que las rechacé. Me despedí cuando la conversación derivaba hacia la cuestión filosóficamente trascendente de los primeros minutos de Night of the living dead y por qué parece que la cinta se convertirá en una comedia pero no pasa así. Dije que, ese pequeño tropezón de George A. Romero se lo copiaron todos los parodistas y satiristas del cine de zombies, entonces, dándome cuenta que se están haciendo muchas pelis de zombies últimamente pensé que era reflejo de la situación mundial, así como el cine de invasiones extraterrestres serie "B" en Estados Unidos era un símbolo del temor a la amenaza comunista... y, cuando me percaté que no éramos más que zombies también, quise salir corriendo de ahí.
Me despedí de mis nuevos amigos. Salía ya por la ventana cuando la voz de una chica atrás de mí me advirtió que podía cortarme con los fragmentos de vidrio. La seguí hasta la puerta forzada y salimos al campo. Me pregunté qué demonios hacía caminando a mi lado. Estaba tan ebria como yo, así que pronto se me olvidó y terminamos bajo un árbol. Me besaba y lamía.
-Sabes salado -dijo.
-Tú sabes a saliva -le contesté.
-Es que ese wey me estuvo besuqueando...
-Oye, no vaya a venir y me agarre a golpes... ¡quita! -la aparté de mala manera. Se cayó por la colina y rodó hasta abajo. Me arrepentí. Bajé a ver si no se había lastimado.
Se me echó al cuello.
-Llévame contigo -lloriqueó.
Así que, mientras escribo esto, la estoy mirando dormir en mi cama la borrachera. Mañana, tal vez, la lleve a su casa, sino, le pediré que se quede unos días conmigo... es buena revolcándose en la cama la nena. Aunque, ahora recuerdo... no le he preguntado su nombre aún... y no me creo nada que lleve uno de esos nombres cursis en su cuenta de correo electrónico, aunque... nunca se sabe...

sábado, 14 de febrero de 2009

¿Y ELLA... APESTA?

Como todos los 14 de febrero en esta ciudad y puerto (que de ciudad tiene poco y de puerto nada), volvieron a colgar, algunos chicos enamorados, lonas pintadas con "Te amo Valeria" del Puente Tuxpan. No sé, o este es un nombre común en esta ciudad... o Valeria es el trasero más rápido de este lado del río... Este año esta celebración capitalista, pensé, sería menos lucida... supongo que la situación mundial llevó a la gente a olvidar sus pesares y abarrotar el bulevar, el restaurante flotante, las pizerías y discotecas que dan al río, porque todo estaba lleno. Mi hermana vino a verme por la mañana. Trajo regalos. Le pedí que, para la otra, mejor me regalara comida (el refrigerador se está vaciando, en serio). Le acompañaba una amiga soltera. La chica esta pidió permiso para pasar al baño.
-¿Es soltera? -susurré al oído de mi hermana.
-¡No, hermanito, ella no... apesta!
Me quedé de una pieza. Siempre que le pido a una mujer de mi familia que me presente a una amiga me suelta: ¡Ella no, apesta! Una vez que chateaba con Montse, mi sobrina (que tiene sólo dos años menos que yo), le dije, medio en serio, medio en broma: "¡Preséntame a tu amiga austriaca!" contestándome: "¡No, ella no, apesta!"... una ocasión en que visité a mi media hermana en la Ciudad de México y le pregunté si era buena idea invitar a la hija de su amiga Pilar me dijo: "¡Ella no, chiquito, apesta... además es lesbiana!" He dado en pensar que las mujeres tienen una sensibilidad extraordinaria al olor corporal de sus amigas... o es eso o son celos. No lo sé. ¿Quisieran, de verdad, "protegerme" de brujas apestosas disfrazadas de chicas hermosas que, además, en teoría, son sus "mejores amigas"? Vaya enigma... La verdad, estos días preferiría estar en la cama con la más apestosa de las chicas, para paliar la soledad, claro, que con la mismísima Paloma Picasso...

miércoles, 11 de febrero de 2009

ÁNGELES... ¿ENTRE NOSOTROS?

Recuerdo:
Revisé una caja llena de fotografías ayer. Algunas fotos me hicieron recordar momentos agradables. Miré una de mi padre y de mi media hermana juntos. Mi padre se casó cuatro veces. Soy el primer hijo de su cuarto matrimonio. Tengo dos medias hermanas con quienes he ido recuperando-conociendo-re estableciendo relaciones familiares. Mi segunda media hermana, hija del segundo matrimonio, tiene la edad de mi madre. Después de haberla conocido en la Ciudad de México en el tiempo de la caída de las Torres Gemelas, ha dado en venir a este puerto cada navidad. Una vez en la cual papá estaba enfermo y hospitalizado en una ciudad cercana, mi sobrino, hijo de mi hermana (completa) había dejado el interior de su auto cubierto de las plumas de las alas del ángel que había caracterizado en una pastorela, después que le recogieran por la mañana. Las plumas, blancas y como de polluelo, se extendían por los asientos forrados de terciopelo, estaban pegadas en las portezuelas e incluso sobre el volante. Esa vez, después de visitar a papá fuímos a comer a un restaurante. Pude ver que el valet parking se detuvo a mirar las plumas en cuanto iba a abordar para estacionarlo. Mi hermana (media) se dirigió a él con esa voz que le caracteriza, cariñosa y engañosa:
-No se preocupe joven -le soltó-, son solo plumas. Es que se le cayeron al niño las plumas de sus alas...
El chico no dijo nada. Se limitó a estacionar el auto. Poco después al salir al estacionamiento vimos una pequeña multitud alrededor del coche, mirando hacia el interior y comentando en voz baja, señalando. La gente se separó cuando el muchacho nos vio y abordó para acercarlo a nosotros. Abordamos, ella le dio propina y el chico, haciendo una reverencia saludó y nos deseo buen viaje. Pude ver que, atrás, la pequeña multitud se santiguaba. Saber que habíamos tocado a alguien de esa forma nos hizo saber que la enfermedad de papá, sería, así, más llevadera...

lunes, 9 de febrero de 2009

BLUES PARA UNA NIÑA PERDIDA

-¿Qué pasa, eh?
Aquello me sonó a La naranja mecánica, pero no. Se trataba de Adriana, cuya voz sonó al otro lado del teléfono en cuanto lo descolgué. Se había ido a estudiar a una universidad privada en otra ciudad. Siempre le ha interesado más el guateque que el estudio. Sus padres le compraron una de esas camionetas parecidas a tanques de guerra y la nena, muy feliz (me cuenta al teléfono), se la pasa conduciendo a toda velocidad por la ciudad. Recoge niños guapos que le gustan cada dos o tres esquinas. Los lleva a un bar y de ahí salen en unas cuatro horas. Los lleva a su departamento alquilado (papá paga) y hace una mini orgía. Adriana termina diciéndome que quiere regresar a casa. Que no soporta más estar allá, encerrada ¡sin hacer nada!... Me pregunto qué pasaría si yo presentara a Mariana con Adriana. Si las enfrentara. Tal vez no pasaría nada. Una quiere estudiar y no tiene dinero. La otra tiene todo lo material pero se siente vacía... Mmmhhh, mejor no hacer nada. Cuelgo antes que su voz se apague en mi oído. Adriana me ha puesto de mal humor y esta noche tengo ganas de beber vino tinto, acabar con todas las botellas que venía coleccionando desde hace un tiempo y ponerme a llorar. Para no variar, por supuesto. Lástima que no está Adriana aquí. Es la única que sabe armarse un buen guateque, después de todo...

viernes, 6 de febrero de 2009

LAS NAVAJAS AFILADAS DE MARIANA

Anoche me conecté al MSN. Siempre aparezco como "desconectado" y sólo le dirijo la palabra a quiénes quiero. Mariana se conectó de repente. Es una darkie talentosa en vías de convertirse en escritora... si no fuera tan indisciplinada. Sus padres se divorciaron hará unos 4 años. La conocí hace dos en una reunión nacional de escritores. Desde el primer día, en sus propias palabras, "nuestras oscuridades se mezclaron". Mariana me otorgó la oportunidad de hacerme de mucho y valioso material para mis novelas. Le he dedicado tres. Hace unos meses su padre murió. No se ha resignado del todo a esta pérdida. A veces creo que le quería más que a su madre. Ella tiene una filia sexual: al hacer el amor, gusta que le corten con una navaja de rasurar y laman la herida a lo largo. Eso le excita mucho. Anoche me dijo: "Debo irme, tengo que ir a Córdoba". Le reproche el por qué, si ni siquiera habíamos comenzado a charlar. Me dijo que tenía que ir a ver a su madre. Que ella no podía enviarle más dinero para la universidad, a la facultad dónde estudia letras. Aquello pudo conmigo. Casi eché a llorar. Recuerdo un correo electrónico que me escribió una vez, lo transcribo, tal cómo lo escribió, sin alterarlo, por supuesto, en lo más mínimo:
Querido Pedro: Leí a Lispector, El libro de los placeres. Te recordé. Estoy muy agitada, quiero cumplir con la vida, pero los normas de la escuela y el trabajo a veces me aplastan. Anoche estaba sola y me quedé en mi nuevo cuarto recargado en la pared, buscando un rincón donde sentirme acogida, mi cuarto ahora es muy grande y me siento perdida, he reordenado los muebles varias veces para sentirme cómoda, sin embargo aún es enorme. Pensé en mi padre. Me encontré con una libreta que personalmente hice para escribir y la última línea dice "Se ha muerto y lo extrañamos" Repetí la frase varias veces, " se ha muerto" y me puse a llorar, ya no como antes, en el ojo de la tormenta. Ya las lágrimas son más discretas, ya casi no hacen ruido al recorrer las mejillas, y aún así no dejan de doler como si se estirara un herida vieja, de esas que ya no sangran pero que no terminan de cicatrizar. Pedro pedro PEdro peDro edro dro ro o o ... Clarice dice que quería morir pero la felicidad era más fuerte. .. Pero Clarice murió.
¿Cuántos talentos más se regarán por el camino en estos tiempos que corren?

jueves, 5 de febrero de 2009

CUANDO LLAMA UNA... ¿EXTRAÑA?

Acabo de recibir una llamada. Era Elina. No había sabido de ella desde hace... creo que desde hace un año o más. Empezó diciéndome: "¡Hola!" Con esa voz grave, sensual, que le pone a uno la carne de gallina. "¿Cómo estás?" Añadió, como si ayer mismo hubiera hablado con ella y estuviera reanudando una conversación. "En paro, con comida en la nevera como para una semana, con dolor de cabeza pero más moral que otra cosa... ¿cómo quieres que me encuentre?" Entonces me soltó, sin decir "¡agua va!": "Voy a ponerte al teléfono a tu hija".
En ese momento no supe qué hacer o decir o... de pronto tenía a una niñita hablándome al teléfono, diciéndome: "Hola, papito, quiero conocerte, mamá dice que eres muy guapo pero algo despistado y loco, también que eres un escritor... ¡yo quiero leer tus cuentos!". La niña siguió diciendo una serie de cosas, a cual más enternecida, hasta que le detuve: "¡Nena, eh, chiquita! ¿Me puedes pasar a tu mamá?" Eli se puso al teléfono. Le dije: "Oye... a ver... ¿qué edad tiene la nena?" Contestó: "Cinco"... luego se quedó en silencio. "A ver... espera -dije-, ¿cuando fue la última vez que nos vimos?" Silencio. Comencé a contar con los dedos. Empecé a pensar: "Han pasado... uno, dos... años desde la caída de las Torres Gemelas.... ¡ah, no, esa no era Eli!... a ver... eh, ¿Ely, sigues ahí?" Al otro lado del teléfono se escuchó ruido: "Sí" -dijo. "Creo -continué-, que la última vez que estuvimos en ese cuartucho del motel ese, todo pintado de azul fue... hace dos años..., en ese entonces no estabas embarazada..." Al otro lado se escuchó un "click" y luego el sonido de ocupado. Regresé a mi sofá, a continuar viendo la T. V.

EL OTRO LADO DEL RÍO

Anoche salí a caminar por el bulevar, me encontré por ahí a algunos conocidos que paseaban a sus perros. Se me ocurrió bajar los pocos escalones hasta el río. Un hombre pescaba en el agua revuelta. Volteó a verme. Le miré. No nos dijimos nada. Había un perro echado a su lado que sólo levantó la cabeza un poco para mirarme, luego volvió a ponerla entre las patas y cerró los ojos.
-¿Buena pesca? -dije, por fin.
-No, nada...
-¿No es cierto eso de "a río revuelto..."?
-El mundo es el revuelto, joven. Más que lo que pueda estar el agua, íii.
Volvió a lo suyo. Me quedé de pie mirándolo. Al poco tiempo bajó un chaval de mirada perdida...
-¿Qué hay, eh?
Le miré. Volví a la faena del pescador. El chaval extrajo un carrujo y lo encendió parsimonioso.
-Revuelto... íii... -supuse que el pescador aludía al chico.
Estuvimos así unos minutos. De reojo miré al recién llegado. Tenía todas las fachas de un rastafari.
-Antes, yo era artesano -dijo de pronto, como reanudando una conversación, todos volteamos a verle-. Hacía con mis manos collares y libretas. Las vendía en el parque...
Se quedó en silencio. Siguió en silencio. Continuó así...
-¡Bueno! ¿Qué más? -estallé.
-Ahora -dijo, lentamente, soltando el humo y mirando la brasa como si fuera un científico al microscopio- nadie quiere mis collares. Lo que quieren es trabajo. Tener pá la comida...
-La culpa la tienen los que no planificaron la familia... ¡eso! ¡Íiiii!
Me di la vuelta y seguí a lo largo de la orilla. Atrás, el chico ese y el pescador continuaban hablando de demografía. En algún momento pasaron a hablar de cuarzos curativos y de chamanes. Subí hasta el bulevar por la escalinata a un lado del Puente Tenechaco II.
La curva suave de la ciudad, con su bulevar destrozado arrojaba una triste luz desde las lámparas del alumbrado. A mi lado pasaron dos muchachitas con un perro con correa. No supe si ellas llevaban al perro o al revés.
El agua se agitó un poco. El restaurante flotante se agitó un poco. La noche se agitó un poco. Un auto solitario pasó a vuelta de rueda, de su interior brotaba música estridente. Un brazo femenino surgió de la ventanilla que se deslizaba hacia abajo. La mano soltó los dedos y una lata de cerveza rodó por la calle.
De uno de los restaurantes del bulevar escapaba música tenue. Las ondas musicales se desvanecían en el aire que olía a mar.
Decidí regresar.
Al llegar a casa noté que nada había cambiado. Me desnudé con dolor. Me eché a la cama y dormí hasta bien entrada esta mañana.
Hace unos minutos miré el refrigerador. No ha cambiado mucho de ayer a hoy. Mi vecina se empeñaba en cortar una rama de su árbol que da a la calle. Guille, quien fuera su nana (y ahora de sus hijos), le ayudaba. Me sorprendieron en mi jardín, observándoles. Guille entró a la casa a por algo. Mi vecina me sonrió.
-¿Te ayuda mucho ella, verdad?
-Sí -me dijo.
Luego, echando una rápida mirada al interior de la casa, susurró:
-Creo que a fin de mes voy a tener que decirle... no sé cómo... que ya no puedo pagarle.
Así que también Guille. En fin. Me conecté a la red y empecé a escribir esto.

miércoles, 4 de febrero de 2009

PRIMERA ANOTACIÓN EN EL DIARIO


4 DE FEBRERO DE 2009
He decidido dejar un poco de lado mi otro blog: Los bordes afilados de la Tierra y comenzar este. Ayer me notificaron el despido. No húbo explicación. Me dijeron: el día de quincena pasa por tu sobre al departamento de Recursos Humanos... Se me hizo un nudo en el estómago. ¿Recursos Humanos? Sabía lo que eso significaba. Aquí le llaman "Recursos Inhumanos" y a la chica que te notifica "el ángel de la muerte". Si no fuera tan bonita, quizá le hubiera gritado un par de cosas, pero ¿tiene ella la culpa? Según me dijo una vez, le apena enormemente (así dijo, "enormemente")su tarea: notificar los despidos. Trataré, cuando pueda, de ir dejando mis observaciones diarias en este tiempo de quiebre mundial... Para empezar, fotografié el interior de mi refrigerador. Sé que dentro de poco la abundancia que en la foto se contempla habrá menguado significativamente. Son las... seis de la tarde. Me duele la cabeza. He estado durmiendo desde ayer... me levanté apenas hace unos minutos. No me he bañado, no me he cambiado ¿para qué? Trataré de hacerme algo de comer. Ya veremos mañana...